y una boca oscura, hambrienta de crear
nuevas necesidades.
Su hálito es amargo y tóxico,
impregnando de hollín
el esqueleto métalico de las ciudades.
Los árboles lloran la ausencia de oxígeno
y sucumben, gigantes insomnes, bajo la irracionalidad
de las máquinas.
Algo más de conciencia y esperanza,
se necesita, en lugar de enclaustrar las mentes
en las interminables partidas
de los videojuegos.
Servidores de las máquinas que hemos creado,
esclavos sin conciencia, ante un aterrador futuro
de lluvias ácidas y días nublados ,
con amaneceres inciertos.
Podemos evitarlo, si desconectamos los controles
de las máquinas que nos roban la existencia
en un mundo virtual y nos enfrentamos con la realidad.
La auténtica realidad sin maquillaje, ni decorado,
sin más recursos que nuestras manos
y la fuerza de nuestra imaginación .
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
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