en los ojos de miradas puras,
donde no haya otra intención
qué establecer por norma,
jugar y ser feliz.
Intentando ampliar el círculo,
para ampliar un corro y no perder
esa conexión de manos enlazadas
haciendo una cadena.
Quise hallar en el blanco de la esclerótica
el diamante puro del alma
y una versión del niño que fuimos
en los ojos adultos.
¡Cuánta tristeza reprimida en el arco incompleto
de las cejas y ese ceño fruncido,
como una pesada carga sobre los cimientos
de la existencia!.
Sobrepeso de conciencia y un desorden de problemas,
saliendo del mismo lugar, como llevados
por el pánico.
Las prisas por coger el último tren,
nos impide disfrutar del paisaje
y todos sabemos cuál será el último destino.
Escrito en Agosto 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
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