sino la horizontal premisa
de unos labios,
articulando la palabra precisa.
No ya, el cono o cúspide de la gloria,
sino el cotidiano caminar entre las gentes,
sin roce alguno que incomode
el espacio de cada uno
o ese circular del aire
tan necesario.
Tras el quicio de la puerta,
guardo la desconfianza,
porque quiero creer y tener la certeza
de la integridad de las gentes.
El agua no se enturbia, si la razón
no toca el fondo y revuelve
las miserias de los sedimentos
que todos tenemos.
Al final, debemos buscar
la claridad de la superficie
entre los remolinos de las dudas.
Y es acaso en esa necesidad de ascensión,
donde encontramos nuestra identidad,
perdidos entre aguas turbulentas
luchando por alcanzar la superficie.
Escrito en Agosto 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
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