el polvo mordido, por las bocas
escuetas, que tan sólo buscaban
desleir las constancias imprecisas
y crear una confusión, materializar sus deseos,
en algo tan efímero, como perpetuar
un instante, después de conseguir su fin,
sin advertir que una vez conseguido,
pierde su interés.
Todo se mece en una cuna de hojas caducas,
que forman un espacio confuso
y no permanece, porque los vientos soplan
en distintas direcciones.
Cuando las arenas se mueven, el aire imprime su fuerza
e irrita nuestros ojos, proyectando sus granos
en la esclerótica de nuestra existencia.
Sé lo que estáis pensando y ese es el problema...
¡Vosotros lo ignoráis!.
¡Intentad despertar del letargo de los siglos!.
Es el tiempo preciso y necesario, que debemos aprovechar,
es el cambio de conciencia necesaria.
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