que cobre su rubor en tus mejillas,
el placer hecho dedos de suaves yemas
o labios en flor sobre tu cuerpo extendido.
El pulso de tus latidos, el compás de tus pasos
al caminar, el sudor hecho perlas, que cubra tu cuerpo,
deslizado en una húmeda caricia, que desciende
por tu espalda.
Un arca hecha de ternuras, donde guardar todo el amor,
para que nunca te falte.
Donde guardar los besos sentidos y compartidos
y descubrir al alba, que la noche se nos hizo breve.
Mojarme en ti, en una lluvia infinita e besos
y atesorar cada rubor, cada caricia
y ese milagro que guardas bajo tu piel cálida,
cuando nuestros cuerpos se funden
y nos amamos, ajenos a la virtud y a los miedos,
sin más fronteras, que el espacio creado
entre un suspiro y otro.
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