que origina la indiferencia,
elevando la vista para ignorar
a quien te admira y observa, por pensar,
que se halla en un estamento más bajo que tu.
La matriz de la conexión se rompe
y los ojos vuelan alto, para no ver
la mezquindad que dejas a tu paso.
Más que una mala mirada, hiere la indiferencia,
sentirse desconectado, extranjero o simplemente
diferente a los demás y extraño.
La corrección perseguida, la corrección
como lema, ante una labor de servicio,
que de nada vale, para los ojos,
que golosos, se extasían en otra contemplación.
Devaluar a una persona es no devolver la mirada,
cuando alguien bebe con intensidad la tuya.
No devolver el saludo recibido, porque saludar
es desear salud.
En mares de cordialidad navegan las mejores obras,
nacidas del corazón humano.
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