entre el algodón de los sueños y una realidad,
por despertar.
Dimos muerte al ratoncito Pérez y a los Reyes Magos
y nos caímos de la cama mullida,
donde acunamos nuestros más hermosos sueños.
No hubo más besos que curen heridas,
ni abrazos para frenar las lágrimas,
se nos quita el escudo protector y nos muestran
las piedras del camino, sin apartarlas.
Si, estás solo, auriga para conducir el carro de tu vida,
tal vez, sin la lección aprendida, pero nadie más que tu,
ha de llevar las riendas.
Naciste solo y solo morirás.En tu camino,
la flor de un beso y el espino del dolor,
el cielo de unos ojos puros, como esperanza
y la mentira como lastre a eliminar de nuestras existencias.
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