perdida la mirada, en unos ojos vacíos,
sin el brillo de la ilusión.
Un adiós sin respuestas y con infinidad
de preguntas.
La muerte no anunciada, ni siquiera presentida,
un adiós con un lamento silenciado
y una acerada lágrima en los adentros.
La explosión de nunca corazón, roto en mil pedazos
y el dolor, como algo ajeno e indiferente.
Cadáver exquisito de un amor con gangrena,
que nadie supo curar a tiempo,
la podredumbre del alma en el hastío
y la desilusión.
Resurrección entre los innumerables muertos
en el amor y el olvido, resueltamente muerto,
ahogado en alcohol y emociones.
Resurgiendo de sus propias cenizas,
para vivir de nuevo, amar de nuevo,
cometiendo los mismos errores por amor
y pagado con la misma moneda
de desprecio y olvido.
¡Hay de vosotros, traidores del amor!.
¡Qué poco sabéis del infierno que habréis de pasar!.
Vuestra ignorancia, impide que veáis vuestras carencias
y vais arrastrando vuestras cadenas, sin escuchar
las huellas que vais borrando en vuestra existencia
hacia un punto sin retorno.
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