ni los niños, ni los viejos,
madura y viene de lejos
y en el tiempo se reinventa.
La experiencia, no es un día,
en un encuentro fortuito,
el el baile de San Vito,
entre penas y alegrías.
Es ese telón de fondo,
que queda en esa impresión,
cuando acaba la función
el hecho mondo y lirondo.
La implicación y el vertir,
sobre otros, tu propio ser,
una esquina por torcer,
el respirar, existir.
Sentirte de todo, parte,
arena del tiempo, hechizo
de voz y en agua, el granizo
en que puedas deslizarte.
Semblante de luz primera,
sonrisa clarividente,
en blanco horizonte, el diente
en pétalos de primavera.
Color cárdeno del vino,
gozado en celebración
y en las manos, en la unión,
en ese brindis, que hicimos.
Brindis para celebrar, la vida
sobre la tierra y su panza,
danzar, girando en la danza,
con tiempo, ritmo y medida.
Vivir en la hora inquieta,
toda suerte de emociones,
guardadas en corazones
sin fisuras y sin grietas.
Escrito en Septiembre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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