una inquietud por encontrar al dulce Señor.
Ojos de fuego y hielo que cala hasta el alma, que libera el dolor y la lágrima
enclaustrada.
Bendices con tu gesto y tu voz,
se sienten todas las especias
con las que se componen el Nirvana
y entras en comunión con Dios,
a través de la música.
Ensalzas su nombre y lo glorificas,
se abren las nubes para poner rayos de sol sobre tu pelo,
e inundar tu mente con su gracia.
Mantras devocionales y una profunda fuente,
que mana desde el interior de tu alma.
Tu mirada, la guardo en mi corazón,
porque siento lo que tú has sentido,
me lo has transmitido y ahora,
somos una sola alma
en perfecta armonía y comunión con Dios.
Escrito en Mayo por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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