lunes, 23 de mayo de 2016

En el bosque, camino de Urkiola

Hace frío en la mañana y los montes llevan
una corona de blanco algodón.
Enjutos abedules de barbado musgo 
y manchas de liquen amarillento
sobre las rocas milenarias.

Los Gentiles ocultos tras la niebla
y un hirsuto Basajaun, cuya voz suena 
en las tormentas.
Lluvia en finas gotas, en las verdes hojas,
tal vez, perlas de cristal irisado,
bajo un tímido rayo de sol reflejado.

Urkiola, recortando una silueta al fondo.
Amboto y su leyenda de misterio
en piedra y hielo.
Cumbre de sombra y luz, abismo temerario,
donde el diablo perdió su cuerpo,
despeñado en esas simas peligrosas.

Mari con una hoz en llamas, dejando una estela
desde Baltzola hasta su morada de roca muda.
Silenciado el eco y un frío húmedo que cala
hasta los huesos.

Algunos Robles me susurran leyendas,
con su voz de viento ululante,
abrazo su noble cuerpo y recojo entre sus raíces,
algunas hojas, como un emblema vivo,
del sentir de esta tierra.

Escrito en Mayo 2016 por Eduardo Luis Díaz. Expósito."Zuhaitz".

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