me pesan ya, los innumerables pasos contados
hacia el destino y esa acritud
de los días repetidos con la inercia
de la costumbre.
Quiero cambiar la dirección del viento
y el lugar, donde el sol se oculta
cada atardecer.
Me gusta jugar a esconderme
y cambiar de lugar un vaso,
no si antes beber su contenido.
Llegar a un mismo sitio, por diferentes caminos,
porque, aún sabiendo la conclusión,
la aventura está en ese nuevo sendero,
inexplorado y reciente.
La emoción es ese caudal que nos sorprende,
cuando estamos descuidados, sin esperar
el próximo acontecimiento.
Ese vuelco en el latir y ese entrecortarse la respiración,
cuando nuestros ojos incrédulos se llenan
de inesperadas imágenes o encuentros,
o sucesos que acometen el día,
con una vorágine de risas y gestos que ascienden
hacia la cabeza, con las manos unidas.
Dejadme el absurdo, como una caja vacía,
para llenarla de ilusiones e imposibles.
Cuando uno sueña y cree alcanzar ese sueño,
toda dificultad es breve y todo propósito,
se agiganta, como una sombra que se alarga,
precursora de nuestros próximos pasos.
Escrito en Enero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario