ante el mordisco fiero
de la ingratitud.
Nunca más dejaré mi alma
sin el caparazón necesario,
me han roto tantas veces el corazón,
que aunque no siento odio,
si guardo un amargo sabor
y tengo la incertidumbre,
sobre la realidad del amor.
Falta una aldaba, grande y pesada,
para golpear las conciencias
y darnos cuenta del año que hacemos,
con ser inflexibles, anteponiendo
nuestros intereses y dejando a un lado,
el amor que tuvimos
y por nuestro egoísmo, olvidamos.
Nunca se puede recoger la totalidad
del agua derramada o las lágrimas vertidas
y el dolor lacera el alma,
dejando heridas abiertas,
que a veces, ni siquiera el tiempo
es capaz de cerrar.
Escrito en Enero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz "
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