se inicia el descenso inevitable
y uno recuerda todas las aristas
que tuvo que limar, hasta ver redondeados
los cantos abruptos de su existencia.
La suerte no existe, tan sólo las causas
que motivan todas las acciones
que vamos dejando a orillas del camino.
Todo aquello que trataste de construir
sobre las arenas del tiempo, son arenas
y quedan barridas por el viento
del olvido.
Tan sólo el recuerdo es la única huella,
que en la levedad del pensamiento,
asoma y aflora levemente
desde los abismos de nuestra memoria.
Larga parece la vida, hasta que el tiempo borra
los pasos andados sobre su vereda
y nada queda por hacer, si no se hizo,
porque el espacio se reduce irremediablemente
y no se pueden detener las saetas del reloj.
Escrito en Enero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz"
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