murmullos de ríos y razones,
para masticar silencios.
Marejadas de la voz y los tumultos
de agresión sonora en los oídos.
Apóstrofe de la vida y tilde que remarca,
la intención de ser escuchado,
con una claridad de río oculto
o sílaba perdida entre los dientes.
Aturdida muestra sonora, cruce de verbales caminos,
donde la razón se esfuerza, en la compresión
de las lenguas y los ritos tribales
de la comunicación.
Boca vecina y bocina, que depende,
de la expresión y la atención prestada.
Incoherencia de la coherencia incoherente,
que busca un hueco o resumen de voz,
en el eco, cansino y reiterativo,
como una lección no aprendida.
Sicarios del verbo hay, en el detritus del idioma,
como venganza a lo aprendido, desde la disciplina
del miedo y la sangre,
que no, la pasión por saber o la aventura
que abre las puertas al conocimiento .
Voces claras, puras, desgarradas,
en el ámbito de una escena, que se recrea y se repite,
en esa costumbre nuestra de perpetuarnos,
olvidando que la voz apaga su pábilo,
a medida de que nuestra vida, va consumiendo su llama.
Escrito en Enero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito ."zuhaitz"
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