miércoles, 9 de septiembre de 2020

Imaginaba un mundo de amor.

El mundo que imaginaba
siendo todavía un niño,
era sobrado en cariño;
mi imaginación volaba.


Amores que trascendían 
los odios, las amarguras.
Amores, como aventuras 
que en mi entorno sucedían.


Romántico amor, alto vuelo,
caballeresco y gentil.
Sólo una dama entre mil,
por la que batirse en duelo.


Eterno amor, que se sueña
para jamás despertar,
porque se siente al amar,
que el amor de ti se adueña.


Y no hay nada en este mundo,
que se le pueda igualar,
extenso, cual ancho mar,
por misterioso y profundo.


El mundo que imaginaba,
a la vez que iba creciendo,
se me fue desvaneciendo,
triste vi...que se esfumaba.

Una nueva realidad,
mudó amor por interés,
presentando por su envés,
su afán y su crueldad.


Ya no era un amor eterno,
no lo pude dar por cierto,
porque aquel amor, por muerto 
desembocó en el Averno.

Soy un loco soñador
y si soñando me place,
he de ver cómo renace,
aún sueño con ese amor.


Aún sin buscarlo, lo anhelo,
porque soñar es crear
esa esperanza de amar
para ascender hacia el cielo.

Escrito en Septiembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario