Llora para descongestionar la pena
que anida en tu pecho, la emoción,
que de puro gozo, llega a dolerte
en el alma.
Llora para celebrar la vida.
Que tu llanto caiga en perlas que se engendran
en los suspiros,
dando forma a tus sentimientos .
Llora porque eres agua, mar, río
o afluente que huye a las nubes
y retornas, besando a la tierra
con húmeda ternura.
Llora, cuando un abrazo te libere
de tus amarras, en el solitario puerto
en que te hallabas.
Llora a la nueva vida y a la suerte.
Llora en el infortunio y a la muerte.
Llora para que el llanto te reconozca
y te nombre.
Para que te coja de la mano,
para que te sientas humano
y por lo tanto... un hombre.
Escrito en Septiembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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