domingo, 27 de septiembre de 2020

La terrible Indiferencia.

A ciegas camino, pisando 
con los pies desnudos, langostas marinas,
entre los huecos vacíos de los agujeros 
de luz mutante, producida por el reflejo 
de una radiación hostil.


El cerebro reblandecido por las astas
de quien perdió la cordura, se desliza 
desde la nariz hasta la garganta,
simulando un acopio incontrolado 
de mucosidad.


Evidentemente, los ojos delatan 
una permanente irritación, 
en una tormenta cerebral, desatada
entre los lóbulos parietales.


Atenazo mis mandíbulas, sujetando 
las palabras que débilmente 
he podido pronunciar, ante el asombro 
de ver unas vísceras colgadas
del tendedero de una histérica vecina.


Ni siquiera los gritos acallan 
el terrible murmullo que habitaba 
en el silencio de los pusilánimes 
y hoy he cortado con una cuchilla de afeitar,
los segundos sobrantes de una tarta,
en la que fueron cayendo lentamente 
las horas, para ser devoradas 
por la ceguera de una razón embotellada 
en un envase sin retorno.

Escrito en Septiembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.









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