de los infiernos,
se peinan las calabazas alopécicas,
hinchadas en la sinrazón
y en el empecinamiento de seguir ocultas
bajo tierra.
Temen la luz de la verdad, como hirientes
rayos de sol, que descubren los vicios,
que se ocultan tras las sombras.
Los capelos de los cardenales son de carne
de remolacha, con ese característico
color sanguino, para encubrir
la sangre derramada, con la afirmación
de sus bendiciones.
Bendiciones para la supuesta entrada
en los cielos, después de condenarte
a un terrenal infierno de azufre y sangre,
en el hedor de todas las guerras consentidas
y bendecidas por las religiones.
Si Dios existe, está en el exilio, escandalizado,
al ver como el ser humano, utiliza su nombre
para justificar todos sus crímenes.
Escrito en Agosto 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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