un rastro de marcados guarismos.
La piel queda escrita, arrugada entre las horas,
las cicatrices del camino que hemos recorrido
y una lágrima que brota, de esos ojos
cansados de ver, cansados de vivir.
Los sabores, los aromas y esa música incierta,
que siempre vuelve a sonar en nuestros oídos.
Las escamas desprendidas, que desde
la juventud, vamos acumulando en cada
una de nuestras experiencias.
El jabón que se desgasta entre nuestras manos
y la suavidad de la infancia,
antes de florecer en la adolescencia.
Hacia todo y hacia la nada,
vacía de contenido, buscando un nuevo sol
en cada amanecer y un nuevo día,
para enfrentarnos irremediablemente
con nuestro destino.
Escrito en Agosto 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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