son peces sorprendidos, que escapan
entre mis dedos ávidos.
Se escucha la música que dormía
entre los mudos violines del viento,
emitiendo un susurro, que augura y promete
las caricias más tiernas, que deseo entregarte
entre las capas más sutiles de tu piel.
Se abren los velos de sueños de ternura,
en la nieve de azúcar de cristal, que llevas
sobre tus labios.
Me acerco a tu boca y acaso mis besos
son pequeños, menudos.
Con los labios apretados, busco el fondo
de tu alma, que emerge de tu boca,
con cada palabra de amor, con cada gesto.
Inicio un descenso, levemente pronunciado,
hacia los bordes de la blonda de tus bragas
y escucho un rumor de olas batientes,
en el jadeo de tu respiración,
que como ave peregrina, busca anidar
en mis labios.
Te beso dulcemente en la boca, en el ombligo,
que duerme en el valle de tu vientre
y en el sexo, oculto en la enmarañada
espesura de tu pubis.
Selvático goce, detenido sin horas,
cuando el amor, desconoce las edades
y el tiempo.
Escrito en Agosto 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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