de un mar que riza en sus olas,
ni las breves caracolas,
que en el cielo visten tules.
Blancas y deshilachadas,
otrora, algodón mullido,
en su horizonte perdido,
en líneas muy bien trazadas.
Ni siquiera un verde inmenso,
que viste la gran pradera,
ni ese gris de la cantera,
que en su sólido suspenso…
de piedra triste, se asoma,
con temor de ser labrada,
antes, fielmente guardada,
pero que ahora, se desploma.
Protegida en hierba verde,
que a la montaña prestaba,
una altitud que ignoraba
y entre su cima se pierde.
Ni siquiera la inocencia
en una mano pueril,
que es una mano entre mil;
puede evitar la imprudencia…
de desbastar el planeta,
que se duele erosionado.
La humanidad ha olvidado,
cumplir lo que se prometa.
Crear es nuestra misión,
el espacio suficiente
que de forma inteligente,
no haya contaminación.
Conseguir la infraestructura,
que permita reciclar
y se pueda eliminar
toneladas de basura.
Este ha de ser nuestro anhelo,
dejar de contaminar,
para poder conservar
nuestro mar y nuestro cielo.
Escrito en Agosto 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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