del día y su claridad,
porque si bien es verdad
que la luz es graduable...
Se sirve de la penumbra,
para ver si se acentúa
y su intensidad gradúa,
al tiempo que nos alumbra.
El día a la noche nombra
y en su destello más puro,
muestra ese ángulo oscuro,
que proyecta con su sombra.
Así, el día y la noche
son dos amantes que lloran
y al caer el día, imploran
unirse en un solo broche.
Por eso, al atardecer,
si el día ha sido rotundo,
a la noche da un profundo
beso, y empieza a arder...
Sobre un lecho, que abandona
para que la noche amante,
luzca bella y delirante,
entre coqueta y burlona.
Son amantes separados
que por un instante, presos
dedican todos su besos
entre los cielos soñados.
Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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