martes, 6 de octubre de 2020

La jaula donde se encierran los suspiros.

El pecho extasiado es una jaula,
donde un suspiro permanece cautivo.
Ave sin plumas, con una levedad
de sílfide incorpórea, tan sólo en su peso
se halla una carga de sentimientos,
que se recogen en el vapor del aliento.


Vuela desde el alma agitada y nace 
en las fuentes, donde las lágrimas fluyen 
con la textura que las emociones dotan
a su inquieto cuerpo nostálgico.


Crece entonces y el pecho amplía 
su triste aforo y se colma de sensaciones,
que erizan el vello de la piel, simulando 
un campo de doradas espigas,
que el viento peina y acaricia,
como acarician las sedas de unas manos
con el tacto hecho de ternuras.


Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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