de vida, que fluye cuando la emoción
anega los sentidos.
Siento vibrar mi alma, tiembla mi mentón
y balbuceo palabras sin sentido, precipitadas
desde un cielo sin nubes, que nace
en mi paladar.
Aproximo el ascua de mis ojos derramados
en la visión postrera de un amor,
que se desgarra en besos y araña
la inconsciencia, para despertar
en el lecho del deseo.
Se escuchan en la noche, gemidos y lamentos
¿Dolor, placer? Tal vez, ambas cosas,
rompiendo el ámbito celeste de los sueños,
que se hallaban prisioneros en una tímida
arca de fuego incontenido.
He devorado todas las ausencias
y tomando por mano,
todos los pecaminosos gestos, que el amor
había prohibido, he llegado a un cielo
sin retorno alguno.
Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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