jueves, 1 de octubre de 2020

El abuelo.

El abuelo, siendo niño,
nutría mis fantasías 
contando todos los días 
sus historias, con cariño.


Los piratas y ladrones 
por la noche visitaban 
mi cuarto y allí esperaban 
vivir en sus narraciones.


Aventuras temerarias,
desembarcos peligrosos,
luchas, asedios, acosos
y muchas gestas corsarias.


El abuelo recreaba
toda mi imaginación 
y entraba en mi habitación,
donde ansioso, le esperaba.


Con el tiempo, fui creciendo,
mi abuelo perdió esa mirada,
en la cual, yo sustentaba
la imagen que yo estaba viendo.


Vi que se estaba cansando 
y pronto supe el motivo,
ya no se mostraba activo,
su salud se fue mermando.


Ahora ha llegado el momento 
de demostrar mi valor
al devolver con amor
su ánimo con mi aliento.


Animarle, distraerle
para mitigar su pena,
pues su enfermedad condena 
y espero volver a verle.


Se fue al fin, y unas sencillas 
lecciones me ha relatado
y aún siento que estoy sentado 
sobre sus pobres rodillas.


Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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