de montañas azules.
Hay un halo místico de luz,
entre el rubor del sol y la negra pestaña
de la noche, que va cerrando el párpado
al día.
Los sueños son ingrávidos, plumas aéreas
o susurros a media voz.
Las madres amorosas, arrullan a sus hijos
entre sus brazos y los amantes
apuran los últimos besos, al cobijo
de la penumbra.
Todo es calma, y la brisa recorre las calles,
que se van vaciando de un licor ambarino
de luz, que se esparce como agua derramada
y se filtra entre los adoquines
de las viejas callejuelas.
Se acomodan las almohadas y un fino
polvo de estrellas, desciende hasta los párpados, cerrando el día y abriendo el baúl
que contiene los sueños más hermosos.
Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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