Como en las teclas de un piano
o en las cuerdas de un violín,
cae intermitente, copiosa, resbala,
se esconde y aparece de nuevo
en magníficos arpegios.
Ahora murmura los secretos,
que el cielo esconde entre nubes
y sobre el atabal de la tierra y los címbalos
de verdes hojas, marca un ritmo de bolero
o marcha, que anima a la voz del trueno
a pronunciarse solemne y rotunda.
¡Escucha! No es una obra triste.
Es el melodrama que cambia de tono, ritmo
y humor, que va “in crescendo”, a medida
que aparece un nuevo espectador
que asoma entre las nubes.
¡Si! Es el sol, que anuncia un “allegro”
colmado de luz y sonido.
Es...La Sinfonía de la Vida.
Escrito en Octubre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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