viernes, 16 de febrero de 2024

La serenidad del alma.

Es el suave sonido de tu voz
ese bálsamo que llega con tu aliento,
aplacando ese rumor que lleva el viento,
y desgarra el denso velo de lo atroz.


Bajo el manto en que se oculta la dulzura 
de ese mundo que algún día hemos soñado,
va asomando un corazón, que destrozado,
agoniza entre los mares su amargura.


Tu voz nos va emitiendo una cadencia 
que excita y sobrecoge los amores,
y este mundo se silencia en los horrores,
comenzando ese periodo de prudencia.


Un tono que en la ira se apacigua 
por la calma esmerilada de tus ojos 
y es entonces, cuando merman los enojos,
pues la mente reflexiona y se averigua…


el porqué no se mantiene ese contento,
que nos nace al observar con calma y tino,
que podemos decidir nuestro destino,
si queremos procurar un nuevo intento.


Que se nutra de razón y reflexiones.
Detenerse no es perder esa carrera,
que nos cuesta en su labor, la vida entera 
y al final es una suma de emociones.


Si el caudal de la emoción se ha desbordado 
en un lago de tristeza, aún más hondo,
no hallaremos la salida de ese fondo,
en el cual estamos presos y atrapados.


Escrito en Febrero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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