de la tristeza.
Nada llega a la plenitud, sin su oponente
y toda felicidad tiene un leve tinte
de melancolía.
En el cauce de las emociones, navegan
sentimientos grandes y pequeños.
Inmensos caudales que se desbordan
y pequeñas satisfacciones que sirven
para retejar el ático donde habita
el voluble ánimo, que en espasmos
se muestra y se oculta, merced al juego
en el que se fagocita el marfil de cada ficha
expuesta sobre el tablero.
Por ello, algunos valoran la amplitud
de una sonrisa, como si se tratara
de una ventana abierta, en la que se puede
contemplar un horizonte de felicidad,
muy lejano, pero con posibilidad de darle
alcance, con fe y perseverancia.
Beso la blanca sonrisa, presagio de una
latente felicidad, que desea hacerse palpable.
Beso la boca, que exhibe la verdad
y el labio que tiene la justa humedad,
para que el amor no se seque al expresar
la tibieza que guarda y desea compartir
en otra boca, sedienta y ávida,
renovada al amor, en el leve contacto
de un beso enamorado.
Escrito en Febrero 2024 por Eduardo Luis Díaz “zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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