Nadie le vió jamás y sin embargo
su voz aguda se escuchaba
atravesando los árboles,
acudía a todos los rincones
y atemorizaba a los aldeanos.
Su figura se proyectaba en la niebla,
alguien aseguró haber visto
sus luengas barbas en tono verdoso
y sus ojos fulgurantes, como jamás se vió
llama alguna.
Fué forjado su rostro a golpe de hacha
y su torso era una firme roca aguerrida,
la piedra fué su origen y destino
hasta que murieron las leyendas.
Nacido de la tierra y el viento,
cabellos de fuego y agreste figura,
se alzaba sobre los silenciosos montes
con voz de trueno convocado tormentas
y vendavales.
Fué el Señor de los Bosques,
durante su reinado, la magia podía respirarse,
como una nube entrando por la nariz,
era una mezcla de temor y superstición,
pero en los tiempos antiguos,
hasta el temor tenía su encanto.
Aún hoy se escucha su voz entre los truenos
y su enhiesta figura camina pesadamente
oculto tras la niebla en las tormentas.
Escrito en 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
Publicado en el Libro de poemas " Glorias áureas" ISBN: 978-84-15176-55-8
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