de la piedra, inerte e insensible
al paso del tiempo, de otras vidas.
Arenas ajenas a todo suceso,
pero implicadas contra su voluntad
en todo eslabón roto, horadado,
corazón abierto por cuñas de hielo
o el calor excesivo
de un amante Sol contrariado.
Al margen, dureza toda,
esquiva atención hacia el verdor
del musgo, en la humedad de la tierra.
Tu soledad, bebida por frías noches,
no puede ocultarte al tránsito
del tiempo y sus roncas voces,
porque estás presente, aunque tu duermas
en la mineral ausencia.
Duro e impasible y sin embargo,
nada te es ajeno, cuando tu anhelo
se rompe y desprende hacia el valle,
camino al fin de paso, en un confluir
de ríos y tierras descendidas.
Sientes ahora, que todo cuando pasa
por tus ojos es tu vida, cruzando
otras vidas, que tu formas parte
de un paisaje que negabas,
pero que tu existencia enhebra
con el mismo hilo, tu espíritu atormentado
y cose tus desprecios y temores
en la misma tela, donde dejaste
las flores rojas de tu juventud,
junto con tus marchitas alegrías.
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario