jueves, 23 de julio de 2015

Dejemos que duerma el diablo

Las sombras  se adueñaron
de su corazón agrietado.
Agrio su temperamento y sus ojos,
antes claros, como el día,
se enturbiaron, su alma fué ahondando
tan bajo, que removió el cieno del fondo.

Tóxicos y oscuros pensamientos,
penetraron, hirientes y cortantes cuchillos 
y su ser se desangró por dentro lentamente,
hasta que sintió un rencor de vísceras podridas
en su interior.

Así se construye un asesino,
el puro cristal de su alma se quiebra
y desprende un gas inerte, que paraliza
su mente y su razón, dejando flores secas
y angustias desmedidas.

El alma tiene un verjel, su cuidado 
requiere el agua pura e inquieta
que fluye en la superficie.
Cuando se araña el fondo de las pasiones,
se altera la transparencia de su inocencia 
y desde el fondo emerge un monstruo dormido,
de cuyo letargo, jamás debe despertar.

Volemos alto sobre las alas blancas
del ángel  de la inocencia
y dejad que el diablo duerma en su inconsciencia,
por los siglos de los siglos.
 

Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".





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