calma en el horizontal beso,
en la inexactitud de las horas.
Redonda efigie sin reflejo o sombra,
amante eterna y furiosa,
celosa de un cielo que imita
la claridad de su cuerpo
y la inquietud de su tormentosa existencia.
Entre sus extendidos brazos se mecen
los sueños marinos y los anhelos
de navegar hacia otras tierras.
Abriendo espacios, corazones y emociones,
conquistando el alma única,
con un beso sobre las arenas
o constancias del tiempo,
cuando en relajado amor su lengua
lame sus bordes u orillas.
Espejo que roba al cielo su cuerpo puro,
atesorando la luz en su pupila
y destellando fulgores, cautivos
en su amplia sonrisa.
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
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