Podemos caminar de espaldas,
para ignorar lo que nos queda por delante
y fijarnos en lo que vamos dejando atrás.
Pero nada sabemos del resto del camino,
si plácido y liso o pedregoso,
si recto sendero o sinuoso.
Podemos caminar de espaldas
y tropezar con nuestros pies,
tal vez también con los abrojos,
que han de salir al camino,
fruto, tal vez de nuestro desconocimiento
o nuestra ignorancia.
Será mejor afrontar el sendero,
con la vista a lo lejos y asegurando el paso,
con la resolución que los astros
tienen en sus órbitas
o el rumbo que el Sol describe cada día,
en cada amanecer, hasta su óbito
hacia el ocaso,
como un renacimiento diario hacia la vida,
o una celebración a la constancia,
permanente en todos los seres.
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz ".
No hay comentarios:
Publicar un comentario