palpo el bulto níveo,
que entre la sábanas
deja tu cuerpo.
Me arroba el aroma que desprendes,
con la calidez del sueño
y admiro la suavidad de tus labios húmedos.
Quisiera posar un beso, sin romper el hechizo
y al descubrirte en el lecho,
la postura crea una imagen perfecta.
La orografía de tu cuerpo, dunas en un oasis,
aporta una sensualidad exquisita en tus caderas
y me siento pecador de la belleza,
durante la contemplación .
Poso mis labios suavemente,
primero en el enmarañado espacio de tu frente,
coronado por tus crespos cabellos,
después en el rubor de tus mejillas
y por último en el puro horizonte
de tus labios.
Entornas suavemente los ojos
y se produce el milagro.
Amanece la luz en mi alma
y en tu rostro lucen las estrellas más hermosas,
que jamás mortal alguno ha contemplado.
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario