sobre una estela en cola prolongada,
todo rastro, perseguido ante la ignorancia
de pensar que el reflejo es oro,
que emerge de las aguas por ver
un ámbito de claridades asomando.
Sólo la certeza de su extensión,
grande como el nocturno olvido
que el sueño atrapa entre sus fauces.
Profunda su pupila, dilatada, prolongada
en la espera y un diluirse, pensamiento puro
en la fría cavidad de su seno.
Atracción activa y sonidos hermosos,
agudos como sus escolleras,
litoral de tierra negada, amante de la bravura
de sus aguas, donde las naves, prendidas
de sus cantos, estrellan sus blancas velas.
Lágrima derramada por la contemplación
desbordada en la emoción.
Corazón y pulmón del mundo,
donde se esconden penas náufragas
y belleza en la vitrina.
Mares de sueños remotos y tierras lejanas,
lenguas profundas, besos y furias
hacia la tierra inerme, que sueña su extensión azul,
perdiendo su mirada en la línea del horizonte.
Escrito en Julio 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito. “Zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario