la luz en los ojos, las temeridades
de herir las pupilas con las claridades,
de un sol carmesí, como una amapola.
La luna es un rostro en el gozo henchido,
de nata y de leche, en tibia penumbra,
sin la claridad de ese sol, que alumbra,
al llegar la aurora, cuando ha amanecido.
Ella guarda siempre ese gran misterio,
que te habla de amores románticos, bellos,
que en su plenilunio, los sienten aquellos
que liberan su alma de su cautiverio.
Antes dislocados, temerosos, presos,
ahora los amantes, en su libertad,
proclaman su amor y fidelidad
y enlazan sus cuerpos, comiéndose a besos.
La sal en los labios, promesas presentes,
una ola alcanza sus cuerpos desnudos,
recientes de amores, pequeños, menudos
sólo esa grandeza corona sus frentes.
Sienten el amor, como ola que anega,
sus cuerpos amantes, locos y febriles,
se cumple en Agosto todos los abriles
que nacen amando y la pasión les ciega.
Para descubrir su nueva visión,
pues sólo en la vida, se siente un latido,
que guarda por siempre su leve suspiro,
brotando sin duda, desde el corazón.
Escrito en Julio 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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