en humedades prístinas, que posa su beso
en la tierra, en su núbil cuerpo,
para ese nacimiento esperado, en la floresta
de verdes hojas y aguerridos troncos,
que en su verticalidad, alcanzan el cielo.
Aire que transmite aromas y perfumes de flor
y tallos, que se visten de agua, en las orillas
del río.
Palpable aire, vapor en la boca,
desde un pulmón, que se agita en el suspiro.
Vaho sobre los cristales, que el frío invierno
empaña o niebla, donde esconder la magia
de los seres, que habitan en las leyendas
de los remotos poblados, que la montaña
guarda celosamente entre sus laderas.
Aire, nube en movimiento circular del día
y cercanía o susurro del viento, suspendido
en un silencio colmado de sigilo y mudez,
en las transparencias que apenas visten
su desnudez no palpada, intuida tal vez
en la hegemonía de la grandeza,
que la Naturaleza oculta a los ojos impíos.
Escrito en Julio 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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