pues no late un corazón, que es prisionero,
porque huye con un grito lastimero,
por cobarde, se le insulta y se le apoda.
No es el verbo, ni es el malabarismo
de la ciencia que se centra en un remedio,
es tan sólo esa pérdida, que en medio
de una ambigua soledad… está uno mismo.
Verbigracia del humano que contemplo,
descuidado en el futuro y sus asuntos,
desgarbado en su equilibrio, por presuntos
abandonos en el rito de su templo.
Todo templo halla un cuerpo en testimonio,
se supone que en él guarda su verdad,
lo que observo, se completa en la heredad,
que disfruta en su maldad, cualquier demonio.
Ya no queda esa virtud, que alguien propuso
en la ética y en la filosofía
que llevaba la cultura aquellos días,
hoy en día ese recuerdo está difuso.
Ojalá que llegue un nuevo amanecer,
en que sólo la razón, al practicarla,
se consiga difundirla y enseñarla,
en las aulas de los templos del saber.
Escrito en Julio 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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