membranas de lo imposible,
algún que otro fusible,
que estalla ante mis narices.
Olor a tierra y a mar,
a madejas de hilo fino,
al acero y al espino
y al vino agrio de un bar.
Me está doliendo una muela,
el alma, ya ni la siento,
del Este nos sopla el viento,
es muy normal, que me duela.
Me produce indigestión
el pensamiento baldío,
por eso, callo y sonrío,
es cosa… de la razón.
En los baúles vacíos,
coloco mis frustraciones,
producto en las emociones,
de frecuentes desvaríos.
Intento sacarle brillo
a algo, que inerte y muerto,
termina con el concierto
de ocres, negro y amarillo.
Y no salgo de mi asombro,
al contemplar ¡Qué no hay nada!
que mi mente enajenada,
creyó ver entre el escombro.
Escrito en Julio 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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