domingo, 1 de noviembre de 2015

La rosa marchita

¡Ah, tú, rosa marchita!.
Que en la agonía del amor,
dejas la carne trémula 
y el corazón desangrado.

¿Cuál es tu servidumbre vil?.
Si acaso no viste el puro destello
de unos ojos enamorados,
o no sentiste el tacto de seda
de las manos que te ofrecían amor,
en nubes blancas, deshechas en caricias.

¿Cuál fué el motivo de la huida 
a otras vanas realidades?.
Acaso te ahogaba el exceso de emoción,
o te mintieron un amor basado 
en la riqueza material y en los logros.
Tal vez pensaste en la belleza exterior,
como algo que se eterniza en el tiempo.

Sólo la bondad carece de caducidad,
si el alma sólo escucha al corazón 
y sus latidos.
No te dejes sorprender por el extraño brillo
de la apariencia, porque su naturaleza se manifiesta,
cuando se apaga la luz que de otras fuentes recibe,
que no es la propia.

Contempla la belleza del alma,
todo lo demás se va apagando lentamente,
como agoniza el sol, palideciendo
ante el brillo de las estrellas.

Escrito en Noviembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

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