mirando en los ventanales amplios
de los ojos de las personas.
Veo postigos cerrados y paredes
encaladas de gris.
Una lluvia interna que lacera
el cauce, por donde discurren
sentimientos y emociones.
Puertas viejas de maderas ajadas,
sin llave en las cerraduras
y desvencijadas.
El rastro blanco de la pólvora,
que se quemó en la última ilusión
y una soledad de piedra, que pesa
sobre todas las vidas que se cruzan
en mi camino.
Almas opacas y secas, quemadas
durante un momento de pasión
y abandonadas, como trapos rotos.
El interés materialista asesina a sangre fría,
todo atisbo de emoción, se sufre por conseguir
dejar de sufrir y el sentimiento,
se vuelve tan ambiguo, como irracional .
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