jueves, 5 de noviembre de 2015

Mi dulce amiga

Me pierdo en el eco de tu voz,
en la dulzura que de tu corazón 
fluye hasta tu boca.
Tus palabras, manantial de miel,
donde sólo el cristal puro de tus ojos
puede hacer temblar a las estrellas
del firmamento.
 
Amo el azul de tus pupilas
y como esquife sin velas
navego en la profundidad de tu mirada.
Tu rostro es el de un ángel y tus manos,
alas de cisne en la caricia
o cálido abrazo desde un corazón inmenso.

Te amo en la distancia y en la calma de la noche
y veo la pureza de tu rostro,
entre las estrellas.
¡Ah, mares que separáis tierras!.
Nada impide el impulso y el latido
de un corazón sobre el atabal
de un pecho encendido.

Velaré tus sueños y te amaré en silencio,
para no alterar la belleza de tus sueños 
y soñaré contigo un amor eterno,
sin tiempo, ni edad, para remontar el vuelo
sobre las alas de la inocencia.

Estaré junto a ti, como un duende travieso,
para cuidar tu alma  y tu corazón herido,
con mi amor haré un ungüento para sanar
y volverán las aves a anidar en tus cabellos,
tu sonrisa será de nuevo, el horizonte más bello
que mis ojos contemplaron.

Llevaré tus penas sobre mis hombros
y las arrojaré al vacío, porque te amo
y mi alegría es el conocimiento de tu felicidad.

Escrito en Noviembre 2015por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"

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