en la dulzura que de tu corazón
fluye hasta tu boca.
Tus palabras, manantial de miel,
donde sólo el cristal puro de tus ojos
puede hacer temblar a las estrellas
del firmamento.
Amo el azul de tus pupilas
y como esquife sin velas
navego en la profundidad de tu mirada.
Tu rostro es el de un ángel y tus manos,
alas de cisne en la caricia
o cálido abrazo desde un corazón inmenso.
Te amo en la distancia y en la calma de la noche
y veo la pureza de tu rostro,
entre las estrellas.
¡Ah, mares que separáis tierras!.
Nada impide el impulso y el latido
de un corazón sobre el atabal
de un pecho encendido.
Velaré tus sueños y te amaré en silencio,
para no alterar la belleza de tus sueños
y soñaré contigo un amor eterno,
sin tiempo, ni edad, para remontar el vuelo
sobre las alas de la inocencia.
Estaré junto a ti, como un duende travieso,
para cuidar tu alma y tu corazón herido,
con mi amor haré un ungüento para sanar
y volverán las aves a anidar en tus cabellos,
tu sonrisa será de nuevo, el horizonte más bello
que mis ojos contemplaron.
Llevaré tus penas sobre mis hombros
y las arrojaré al vacío, porque te amo
y mi alegría es el conocimiento de tu felicidad.
Escrito en Noviembre 2015por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"
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