en el collado, donde se pierde
la identidad o la corteza que nos protegía
tanto de las miradas impías,
como de la inclemencias del sol
y de la lluvia.
Se divisa el valle en vientre plano
y las fluviales venas, que de los montes,
alimentan la savia de las plantas
y la árida lengua de la tierra.
Hay un origen de oculto gusano,
que de la entraña socava y aparta
márgenes de tierra.
Laboriosamente, el surco
es una insinuación del camino trazado
a seguir y renueva el ímpetu de vencer
las tormentas y resguardarse al amparo
de la roca excavada o el hueco horadado
en la tierra.
La labor, ante el temor de hallarnos desnudos
e impotentes ante la lluvia, o el rayo que anuncia
un fuego desde el cielo, al corazón del árbol,
con su ramaje otoñal y sus famélicas ramas,
como dedos apuntado hacia las nubes.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
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