como una gasa que esconde un regalo
o un tesoro.
Sin herir, tan sólo una suave proposición,
un batir de alas refrescando la calidez
o la ternura, que guardan
las mejores intenciones.
La palabra silvestre, sale con fuerza
del corazón, desbocada, tal vez e imprecisa.
La sutilidad, no es sino el ornato
o el freno, con que calmar su ímpetu
y dirigir su trayectoria por el cauce preciso.
Toda belleza, que perdura, lleva en sí misma,
la sutilidad por broche.Así la belleza no se aja
y permanece, porque su aroma queda
impregnado en el recuerdo.
El alma es una flor de múltiples pétalos,
el brillo, la belleza y la textura, se debe
al cultivo de la sutilidad y la grandiosa sencillez.
Lo más hermoso es siempre lo más sencillo
y pasa desapercibido, porque el ego lo ensancha,
deteriorando su forma primigenia.
El cultivo de la sencillez, proporciona un gozo más duradero,
con menos explosión de su condición, manteniendo
su realidad fiel a sus principios.
Lo sutil permanece sobre la fuerza bruta, porque se adecua,
se hace flexible, se adapta y permanece.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario