muerde los sonidos secos y rudos
de los motores, gargantas secas
que tosen el humo inhalado
durante la combustión
del carburante.
Los pájaros hoy no madrugaron,
llueve gris triste, sobre el asfalto
y se oye el chirrido del frenar
de un autobús.
Hoy es un día cualquiera,
en el que el verano se va despidiendo
con un sol apático y sin brillo.
El otoño vendrá sin duda,
a poblar las calles y los caminos
de hojas y nostalgias.
El aire será frío, como una despedida sin adiós
y los recuerdos pasarán
por las ventanas cerradas de la mente,
dejando su perfume impreciso en la memoria
y un sabor agridulce en el paladar.
Camino despacio, alzando los ojos al cielo
y mi cara se moja, mientras esbozó una sonrisa,
que uso como impermeable, para que mi alma
no se empape y coja frío.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
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