se debe pesar en la forma
en la que se ha llegado.
Si la ventana está cerrada,
la solución es abrirla.
Un abrelatas en la conciencia
y la resolución de marcar el camino andado,
para desandar el error y volver
en el camino correcto.
Las piedras nos pasan examen para saber
si estamos dispuestos
a caminar ante las dificultades.
Con las rodillas heridas y con la frente
goteando de sudor, seguimos en vereda,
porque puede más la voluntad, que el dolor.
Vivir con ganas y entereza, no hay montaña,
que no se pueda escalar,
ni mares que no se puedan surcar.
El dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional .
La química de la voluntad transmuta el dolor
en una meta a superar y todo se puede lograr.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
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