las voces sólo son murmullos
y siento la marejada de la gente,
en su ir y venir.
Se origina una serpiente
que va cruzando las calles
y la vista confunde sus cabezas,
con hormigas, cuando se ven
a vista de pájaro.
Las luces de neón ocultan, con sus parpadeos,
las escasas estrellas que pueden divisarse
a través de la polución.
Hay un sentido último sobre la realidad,
que se resiste a morir entre arrecifes de hormigón
y la pendencia en la cuidad por sobrevivir.
Nadie escucha la voz del alma, acallada, sin duda,
por un excesivo materialismo.
La ciudad va devorando, lentamente a los ciudadanos
y desde las alturas sólo se observa las estructuras pesadas
de los rascacielos, desafiando a los cielos con la frialdad
de la mentira, con la cual fueron creados.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“ zuhaitz".
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