el pie con el paso detenido
y los ojos cerrados un instante.
La imagen fresca y aún indeleble
y un insomnio acusado, guardado en el pecho.
El sabor de un beso, en el borde de los labios,
una mezcla de tristeza y añoranza,
momentos al abrigo de un abrazo
o un cogerse de la mano
y caminar juntos.
Todo aquello que fuimos y no somos,
todo aquello, compartido con amor...
¡Qué bien sabía!.
Las calles me hablan de ti , el viento
susurra tu nombre y mi corazón,
ajado ya, sufre la última cremación
en la hoguera que hago, intentando quemar
todos los recuerdos.
A cada golpe o caída, le sigue la voluntad
de levantarse, pero pesan las rodillas,
tanto como las decepciones, cuando se vive
en la ilusión y te despiertas un día solo
y preguntándote...¿Porqué?.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
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